El otro día en una charla coloquio me preguntaron:

Para cambiar, crecer personalmente, mejorar, ¿se debe sufrir?

Mi respuesta fue una sonrisa, seguida de una carcajada compartida con la persona que me había hecho la pregunta.

Todo lo contrario. Cuando necesites mejorar, cambiar, salir de situaciones atascadas desde hace tiempo, solucionar problemas, el proceso no tiene porque ser doloroso, ni traumático. Salir de una zona de problemas y sinsentidos, aporta alegría, satisfacciones.

Un proceso de coaching te va a liberar. Te va a hacer sentir otra vez viv@, libre.

 

Un proceso de cambio profundo de tu modo de vida, de la manera de desenvolverte, de la imagen que tienes de la realidad requiere:

  1. Plena determinación a cambiar, deseo de dar un salto. Asumir riesgos, riesgos de ampliación de tus horizontes.
  2. Definir realmente cuál es tu meta. No aquello superficial o anecdótico, sino realmente el núcleo del cambio. Decir basta a la monotonía, al aburrimiento, al cansancio, a la mediocridad.
  3. Decisión, tan fácil y difícil como decir ¡Allá voy! Mi presente y futuro me pertenecen, voy a por ellos.
  4. Y como no… acción, acción y más acción. Sin ella todo va a quedar en una declaración de buenas intenciones, y no vamos a sumir otra vez en un círculo de lamentaciones y victimismo.

¿Y para alcanzar logros y éxitos en lo que te has propuesto?

  • Ilusión, deseo, y fe, mucha fe en ti mism@. El resultado depende de tu actitud, no de la de los otros. Tú debes creer en todo tu potencial, ¡Está ahí!
  • Alegría, ya que va a ser un proceso de crecimiento, de descubrimiento, de alcanzar nuevos paisajes, tanto externos como internos. De satisfacción y felicidad.
  • Curiosidad… por sorprenderte a menudo con la expresión ¡Ohh!
  • Y buen humor. Tomarse los pequeños contratiempos, percances con sentido de buen humor, saber reírse de ti mism@. No dramatizar los esfuerzos y dificultades que vayan surgiendo, ya que son parte del proceso de aprendizaje y crecimiento, y ayudan a curtir y formar tu nuevo ‘modo de ser’.
  • Todo ello va a incrementar tu umbral a la frustración, viendo incrementada poderosamente tu resiliencia, es decir, tu capacidad para sobreponerte al dolor emocional, traumas y dificultades.

Haz una pequeña prueba,

Sonríe para ti. Verás cómo empiezas a sentirte mejor.

Sonríe a los otros. Verás cómo están más receptivos a colaborar y compartir contigo.

Y un paso más. Ríete de ti mism@. Notarás la diferencia al enfrentarte a las dificultades.

Por las mañanas sólo levantarte, ¡toma una sonrisa!