En el anterior post apunté hacia la presencia en el  Presente. Y añadía:

‘Pero sobre todo no huyas hacia delante como si te persiguiera algo o alguien. No se trata de huir, más bien de afrontar lo que nos ofrece la vida con la seguridad que no perdemos nuestro norte y que cada experiencia nos enriquece.’ 

Algo consustancial al ser humano es la consciencia del devenir, de la existencia del tiempo existencial (no del tiempo cronológico, aquel que medimos con diferentes aparatejos). Y esa consciencia del devenir cargado de finitud nos produce angustia existencial. ¿Cuál es la respuesta ante esta angustia? Una de dos:

  • Regresión (Huimos) hacia el pasado, recordando aquello que nos hizo sentir felices o lamentando aquello que no nos decidimos a hacer.
  • Proyectamos (Huimos)  hacia el futuro, desplazando la felicidad hacia otro momento por miedo ante las decisiones que se nos presentan ‘ahora’.

Transmite muy bien esta sensación existencial el relato corto ‘Hacerse el muerto’ de Andrés Neuman de su libro ‘Hacerse el muerto’

¿Por qué me gusta hacerme el muerto? ¿Se trata de una costumbre sádica, como lamentan los amigos o conyugues más sensibles? ¿Por qué me fascina desde niño, y seguimos siendo niños, quedarme inmóvil, como una momia de mi propio futuro? ¿De dónde sale el agrio placer de asistir al cadáver que todavía no soy?

La explicación podría ser sencilla, y por tanto misteriosa.

Al ver el mundo mientras no miro nada, al seguir pensando sin proponerme pensar, al notar en mí, con poderosa certeza, la selva de las arterias y la montaña rusa de los nervios, no solo confirmo que sigo vivo, sino algo incluso más impresionante. Experimento la única, pequeña, posible forma de transcendencia. Sobrevivo a mí mismo. Me deshago de la muerte jugando.

Entra en casa mi hijo. Volveré a respirar’

Te propongo, por segunda vez, que te pares y que revises tu proyecto vital desde el presente. Vive cada instante de tu vida, no lo sacrifiques por un devenir ¡Vívelo ahora! Y pónte manos a la obra:

  • ¿Te has propuesto en diferentes ocasiones  un propósito y no lo has conseguido? Seguro que sí.
  • Pues, pónte en marcha ¡ya! ¿Cómo?:

 

  1. Fija ese objetivo por escrito, revísalo, actualízalo y
  2. Crea un plan de acción, bien estructurado en cuanto a tareas  y fechas.
  3. Establece un compromiso contigo mism@.

Si no te atreves a realizar la travesía sol@, déjate acompañar por un profesional.

En el próximo post te cuento un poco más del proceso de descubrirse uno mismo. Nos vemos.