¿Cómo te han ido estas fiestas? ¿Has comido y bebido con moderación? ¿Has abusado?

¿Por qué comes?

  • ¿Comes para sobrevivir? No, es más simple. Comes para vivir. Es la manera de incorporar energía. Es el combustible necesario para continuar, y junto al oxígeno, ¡Voilà! la combustión, y empiezas a generar energía, y te mueves, te desplazas.  ¿Hacia dónde? Véte a saber. La meta, el punto de llegada, ya depende de cada uno de nosotros, claro está, si sabes lo que quieres, lo que deseas. ¿Sólo estás dormitando al sol como tu gato? ¿Esperando que pase el día?
  • Y como no, también comes por placer, por los sabores, por las texturas, porque desaparece la sensación de hambre, y por los aromas. Éstos te transportan a escenas del pasado, recuerdos de bienestar y felicidad.
  • Y, ¿qué ocurre cuando el estrés, la ansiedad, la angustia te domina? Comes, comes con desesperación, sin saber muy bien qué, ni cómo lo comes. Cuando te ocurra esto, debes parar. Es el mejor indicador de que ya no eres tú. Te has dejado vencer por las circunstancias, las culpas y responsabilidades. Ha llegado el momento de descansar.
  • Y entonces, también te encuentras con la gula. La gula, del latín, gluttire, que significa tragar o engullir de manera excesiva alimentos o bebidas sin medida. El comer, comer, comer, sin pausa, sin freno, no hay nunca suficiente, comes, comes y aún no hay suficiente. También debes parar, y ser consciente de que no es el modo de llenar tu vacío interior.

 

 

Y te preguntarás ¿Qué puedo hacer para recuperar el control? Pues, por ejemplo, con una pequeña lista de propósitos para este nuevo año:

  1. Sueña, vuelve a llenar tu vida de ilusiones, deseos, objetivos y, ¿quieres soñar? Pues acuéstate pronto.
  2. Da sentido y significado a tu vida ¿Cómo? Es un proceso de aprendizaje más, sólo hay que proponérselo y activar tu voluntad independiente.
  3. Cuando comas, no hagas nada más. Olvídate del móvil, del ordenador, de la televisión. Rodéate de alguien agradable. Que el comer se convierta en una pequeña celebración, y como toda celebración  es imprescindible compartirla.
  4. Activa todos tus dones y talentos naturales, tienes de sobra. Sí, ya lo sé, muchas veces da pereza. Se está muy cómodo en la zona de confort, aunque sea una porquería. ¡Desperézate, estírate! y adelante.
  5. Mírate en el espejo todas las mañanas. Es más, mírate a través del espejo, busca tu alma, y una vez por semana mírate en un espejo de cuerpo entero y reconócete.

    ¡Sí, eres tú!

Y a partir de ahí, tu vacío interior irá desapareciendo, tu vida recobrará el sentido, tú irás recobrando el control, y la comida recobrará el sabor, la textura, te saciará rápidamente, cuando sea suficiente. Los aromas te remontarán a instantes del pasado, instantes de felicidad.

¡Ummhhh! El aroma de un buen café despierta los recuerdos más maravillosos.

Y último propósito. Apunta en un papel: ¡Voy a ser feliz! Mientras saboreas esa taza humeante de café.