Cuando el dolor se convierte en nuestra zona de confort acaba venciéndonos el  sufrimiento.

El dolor al igual que las emociones son mecanismos de supervivencia, son señales que envía nuestro organismo a nuestro centro de control. Pero  ¿Qué ocurre cuando somos ‘secuestrados’ por ese dolor? ¿Entonces nos convertimos en adictos a él?  El dolor puede acabar convirtiéndose en nuestro compañero de viaje permanente. Se convierte en parte de nuestra vida, y muchas veces acaba por quedarse, es el sufrimiento.

Si ese sufrimiento da respuesta a las preguntas que nos formulan los demás y lo que es peor da respuesta a nuestras propias preguntas. Se convierte en nuestra zona de confort.

¿No crees que el permanecer en el dolor transmutado en sufrimiento es un modo de llamar la atención de los demás?

¿No es una manera un poco extraña de dejarse querer?

¿Necesitas despertar la compasión para sentirte bien?

Ya sé, mis preguntas son duras, y realmente comprendo lo difícil que es superar esa experiencia del sufrimiento, experiencia que no es exclusiva de nadie, y por la que yo también he pasado.

Esta diferenciación te puede ayudar:

  • Dolor es una respuesta de nuestro organismo ante una situación de herida física o emocional. Su duración es relativamente corta y tiene una relación proporcional al suceso que la ocasiono.
  • Sufrimiento. Es otro estado, va más allá y puede durar indefinidamente ya que es de naturaleza cognitivo-emocional, aunque el suceso que lo ocasiono ya este solucionado.


Lucha por liberarte del sufrimiento, no te acomodes y no permitas que se convierta en tu zona de confort. Emprende un viaje desde tu interior y continúalo en el exterior, cambia de tiempos, cambia de espacios. Recupera tu alegría de vivir, disfruta de la belleza más simple que te ofrece la vida, normalmente es gratuita.

Inicia un ‘viaje’, viaje de re-conocimiento y de recuperación de la libertad sobre tu propio destino. Y siente la felicidad.