Procurando lo mejor estropeamos a menudo lo que está bien“. W. Shakespeare

Cuando persigues que todo sea perfecto, y empujas, presionas, persigues…y consigues los resultados contrarios a los que esperabas.

A cualquier acción le corresponde una reacción, por lo tanto partiendo de este principio cuando más fuerza hagas en una dirección posiblemente más alejaras tu meta, tu objetivo.

Si, esto parece que contradice los principios básicos del coaching de que para alcanzar tu meta, tus sueños  hay que focalizar, establecer objetivos, planificar y actuar… si, así es. Ahora bien, algunas veces toca, si toca esperar, dejar que las cosas ocurran; todo requiere de un tiempo.

Hay que dejar que las personas se sientan libres, libres de acercarse, de alejarse. Hay que dejar tiempo a que las cosas ocurran.

Ya sé que suena a repetitivo y muy bucólico, pero lo que muchas veces necesitas es simplemente fluir, vivir tranquilamente el presente, y dejar que ocurra.

Para ello hay que simplificar, la vida, las circunstancias, las personas, las cosas no son tan complicadas como piensas; todo es más simple.

Para fluir correctamente hay que simplificar, ello requiere de un proceso de introspección, de reflexión, de quitar la paja del grano.

Simplificar

Fluir

Vivir el presente

Dejar que ocurra.

La perfección no existe, es un concepto teórico-filosófico. Persiguiendo la perfección puedes acabar siendo excesivamente rígido, estático, cuando el mundo actual es flexible, dinámico.

Recuerda las piedras no se mueven por si solas, necesitan del agua que las arrastre

Sé más liviano y maleable, vive el instante

La perfección se logra al fin, no cuando no hay nada que agregar, sino cuando ya no hay nada que obtener”. A. de Saint-Exupéry