La toma de decisiones ha sido, es y será algo que nos crea malestar y un posponer continuo que nos lleva a no avanzar, es decir retroceder, o a dejar en manos de otros o el devenir el que vayan ocurriendo cosas. Es el motivo por lo que adivinos, echadores de cartas, visionarios de bolas de cristal han estado y están presentes en toda civilización y tiempo.

Pero diga lo que diga el oráculo, el echador de cartas o la bola de cristal, solo tienes tres opciones en la toma de decisiones:

  1. Tomas una decisión,
  2. Dejas que otros la tomen por ti; y/o,
  3. Que el devenir de las cosas te lleve donde sea.

De acuerdo con mi experiencia personal y profesional, las 3 opciones son válidas cuando tomas decisiones, ahora bien, siempre sale más a cuenta el que tomes decisiones por ti mismo, por la cuenta que te trae.

Siempre es más interesante vivir tu vida de acuerdo con tus principios, valores y creencias. Y en el juego siempre hay placer…se gana o se pierde, pero por lo menos has jugado.

Si te decides, hay que activar la valentía, a tomar esa decisión que tanto se resiste y pospone puede ser de utilidad que tengas en cuenta:

  • Diseña una estrategia ¿Qué quiere decir esto? Que te pongas limites, por ejemplo, busca y recoge información, pero no sinfín; una hora en internet, pregunta a 3 amigos, lee un libro, una revista con el tema, y a por ello.
  • Limita tus opciones. Solemos creer que cuando más opciones tengamos mejor será para tomar una decisión. Con una selección amplia perderemos demasiado tiempo y recursos intentando sopesar cual es la mejor opción, al final te enredas y no tomas ninguna. Cuando menor sea la selección menos esperamos del resultado ¡Cuidado con las excesivas expectativas de futuro! Acaban siendo un autoengaño.
  • Acepta lo “suficientemente bueno”. Ya sabes la perfección no existe, no esperes encontrarla. Toma la decisión de acuerdo con el criterio de que cubra tus necesidades básicas, en vez de buscar la mejor alternativa. Sino vas a ir posponiendo.
  • No tengas miedo a las consecuencias. Las consecuencias de las decisiones suelen ser menos duraderas de lo que esperas, al final todo pasa.
  • Confía en tu primera impresión. La intuición esta basada en la totalidad de todas tus experiencias vividas, con lo cual representa la sabiduría de tu edad. Es lo que te permite vivir todos los días sin pararte a pensar en exceso.
  • Deja que otra persona decida por ti. Esta es la segunda opción que planteaba al inicio del post. Por lo menos no tendrás la carga de la culpa si no sale bien. No me gusta esta opción, pero algunas veces me ha funcionado bien. Solo ponte un limite temporal, que no vaya más allá de lo conveniente. Si llega ese momento fuerza a que el otro tome una decisión por ti.
  • Deja de cuestionar tu decisión, una vez tomada. La suerte está echada.

Al final lo vas a perder todo…hasta tu vida…entonces que temer.