‘¡Viento en popa y a toda vela!’ como canta el poema de Espronceda, ¡Suena muy bien! Parece que avanzamos rápidamente y con circunstancias favorables. Pero aunque nos favorezca el momento ¿sabemos hacia dónde nos dirigimos? Y en caso de conocer nuestro destino ¿Es el que nos habíamos marcado como punto de llegada?

Indudablemente, siempre hay personas privilegiadas por haber establecido desde etapas muy prontas de su vida su ‘Objetivo Supremo’; claro siempre que no haya sido establecido por su entorno más inmediato, por ejemplo los padres a modo de proyección de sus proyectos iniciados y no finalizados. Pues bien, si no somos parte de esos privilegiados que dirigen y coordinan su presente y futuro, y más bien nos dejamos gobernar por ‘vientos’ caprichosos y llegamos a no sé dónde y no sé cuándo, y si queremos ser dueños de nuestro destino es importante que:

  •  Realicemos una pequeña parada, y reflexionemos  ¿Estamos donde queremos estar o nos gustaría cambiar de rumbo? Ya es el momento en el que decidamos por nosotros mismos en nuestra vida, sin ser dirigida por los otros o las circunstancias.
  •  Si nos armamos de valentía y nos decidimos por un cambio de fines, debemos pensar que nunca es tarde. Claro, siempre partiendo de posiciones realistas, conociendo nuestros talentos, conocimientos, habilidades y experiencias.
  • Pero sin prisa y siempre acompañados por la tranquilidad y serenidad, debemos identificar cual es nuestro ‘OBJETIVO SUPREMO’.

La definición más simple de este es:

‘el norte que nos guía durante toda nuestra vida’

, y que siempre es el mismo, con pequeñas variaciones.

Es la ‘Visión’ de nuestra vida. Es nuestro proyecto vital.

  • Y después decídete y actúa, vive cada instante, conscientemente, tranquilamente, pero siempre dirigido por ti. Es lo que se conoce actualmente como ‘mindfulness’, la consciencia plena de uno mismo en el presente. Disfruta del camino.
  • Pero sobre todo no huyas hacia delante como si te persiguiera algo o alguien. No se trata de huir, más bien de afrontar lo que nos ofrece la vida con la seguridad que no perdemos nuestro norte y que cada experiencia nos enriquece.

Y recuerda las palabras de Samuel Taylor Coleridge en ‘La balada del viejo marinero’:

Como el que, con miedo y con temor, camina

por solitaria senda

y, tras haber mirado a todas partes, su camino prosigue

sin volver la cabeza,

porque sabe que un horrible enemigo

lo persigue y lo acecha.

Elimina tus miedos y descubre tu esencia personal. Para, mírate en el ‘espejo’, y reconócete. Descúbrete a ti mismo. ¡Seguro que te llevas una grata sorpresa!